martes, 24 de agosto de 2010

Sólo para mí

Trato de pasar el resto de la tarde de una forma digna: reviso fotografías, me deshago de lo que ya no funciona en esta actualidad que pulsa, constante e inequívoca.
Me trenzo el cabello como Chabelita me decía que lo hiciera, holgado y a los costados de mi nuca, para que la humedad del reciente baño no se mude a mis sienes limpias y me vea más tarde huyendo del dolor proferido por mi cabeza enemiga.
Sorbo mi lechero y entre la resina de las pausas se asoman mis ojos a mirar las novedades:
Las esquinas superiores vacías de arañas, el polvo ausente por el que jamàs se pide retorno, el olor a melaza que llega de algún edificio vecino y que , gratamente sospecho, será habitual de hoy en adelante.
Este pequeño espacio es mìo, inmenso y mío, atemporal, ajeno a lo que yo elija que debe ser ajeno y cercano sólo a mis reflexionadas selecciones.
No doy entradas para las primeras filas, quiero ser yo quien ocupe todos los asientos.
El color del óxido levanta con discreción la lánguida manera en que el tono mostaza se adueña de las paredes.
No quiero flores desfalleciendo, ni animales que resientan lo apretado que es vivir en estos lugares pensados para habitar como se habita una isla.
Es todo tan reducido y al mismo tiempo alberga cada cosa una inmensidad luminosa, mìnima y máxima, ocho acostado.
Estoy conmovida, sola y muy agradecida de poder tener un espacio sólo para mí.

domingo, 1 de agosto de 2010

Correr en el bosque
No tomar atajos
Repirar cada olor contenido en el estómago del otoño
que se rompan las ramas bajo mis pisadas
Con un gusto indefinido en el paladar
Cierta sobre a dónde voy
Que el sonido del aire quede recortado
y contenido
en cuadros que vayan quedando atrás
como ecos apenas audibles.

martes, 29 de junio de 2010

Arisca y desdibujada, la valentía me abandona
Novata en sorpresas añejas, miro y miro,
vuelvo a mirar
No alcanza el entendimiento a soltar frutos
No alcanzo la orilla ni remota, ni lejana
Vértices del desasosiego
Desalojan despacio el exterior
para venir e invadirme

lunes, 28 de junio de 2010

No sé qué tantos rezagos dormitan en sus ojos. No sé si son desvelos por vocación de mártir o tormentosas discusiones que por hobbie elige. Igual me exaspera ser yo quien esté en ese momento para atestiguar su último derrumbe. En esta ocasión no quiero ser ninguna cosa grata y en mi mente detono una bomba que suelta una pesada cortina de humo que me hace ponerme lacrimosa.
Se sorprende y se calla.
No entiende.
Ni yo.
No decimos nada. Se da la vuelta y se va.
Me aplaudo, y mucho.
Yo tengo mis propios problemas.

miércoles, 16 de junio de 2010

Tanta llovizna nos ha puesto de ánimo
Bailas por toda la casa, con las ventanas abiertas y las cortinas volando, humedecidas
Nos divertimos
No hemos ido a trabajar
La ciudad gotea
Perdidos en lo que sentimos
Nos encontramos con los ojos cada que caen las gotas

sábado, 12 de junio de 2010

primera llamada, primera

Verificando la luz, descorro la cortina de un mal sueño. La primera mirada, la definitiva, la que elige de qué color será el día, la que me conecta con el derredor y me jala hacia abajo hasta tocar tierra. Los ojos un tanto ineptos capturan a medias imágenes que llegan como tomadas a contraluz primero, y lentas se vuelven menos difusas. La primera mirada. La que tanto me gusta pero no lo sé del todo porque la conciencia no me llena aún cuando ella hace su graciosa o demoníaca entrada. Esa que me revive.
Que me endereza la espalda
Que me avienta y se ríe y escucho como que se ríe pero no lo sé de cierto.

jueves, 10 de junio de 2010

Me conecto y lo veo conectado, con estado disponible. Leo la frase que usa. Incluso abro la ventana, pero no se me ocurre qué decirle. En el facebook nos dejamos saludos, nos da gusto coincidir en ese espacio. Pero cuando me lo encuentro en alguno de los pasillos o en el msg, se me olvida lo bien que nos llevamos.

miércoles, 2 de junio de 2010

Italo Italo Italooo

Buscar y saber reconocer quién y qué, enmedio del infierno no es infierno, y hacerlo durar
y darle espacio
Pimienta o comino. ¿Llegará la búsqueda a finalizar? Canciones tontas, calles amplias, zapatos cómodos. Me gusta jugar a los encantados a eso de las seis de la tarde. Dónde, cómo, cuándo, por qué. Quiero ser tantas cosas. No pierdo el tiempo en buscar jamases, aunque mantenga el alma en cuarentena.
Me despido y saludo con la mano totalmente abierta.
Hasta luego.

Rincón framboyán

Soy un árbol que desea viajar en tren