Salivo. No es que tenga nervios, no. Es una sensación nueva ésta. Es....como estar parada en un espacio blanco, sin ángulos o niveles, como suspendida, vamos.
Él espera dentro de su coche y yo corro hacia allí y lo saludo por la ventanilla. Hace poco nos pusimos en contacto otra vez y no niego haberlo visto ya varias veces desde esta última vez que nos reencontramos, pero esta mirada es de reconocimiento, no sólo física, aunque interna quizá tampoco. Es una mirada que se posa en sus gestos de hombre treintañero, de hombre que labora y escala el mundo a su propio paso. Miro sus manos mecerse en el aire mientras platica. También miro que las líneas de expresión se han hecho más profundas, como surcos con carácter.
Sonrío y me pregunta qué y me gusta que sonría tan confiado y que pregunte.
-¿Te acuerdas que en la universidad yo te huía, que incluso una vez salí corriendo en una fiesta cuando te acercaste?
-Sí, no manches, me dice riéndose sin apartar la mirada del volante. ¿Porqué eh? me pregunta.
Pues no sé, por mensa supongo. Me gustabas mucho y siempre me intimida la gente que me gusta. Y no hablo de intimidar de miedo, sino de volverme tímida porque supongo mucha grandeza en quien me gusta-le explico.
-¿Ya no te intimido? cuestiona de nuevo, sonriendo de lado.
-No, ya no- digo y puedo sonreír y algo se suelta eentre mi pecho y mi estómago.
Puedo mirarlo de frente sin salir corriendo y platicamos mucho, como siempre. Me sigue gustando su rostro seguro.
Después de un rato miro el reloj y siento una inquietud encima.
En casa, me espera Deni. Recuerdo a Deni y sus ojos de luna melaza. El espacio en blanco pierde su textura de espuma. Se rompe la noche para dar paso al color y todo es territorio sedoso.
Llego a casa y Deni me recibe con pasta y agua de limón. Me sonríe con la franqueza que reconozco única desde hace tres años.
Deni se me acerca y me besa con calma. Me sobrecoge su cercanía. Soy una ola pequeña corriendo en su cuerpo de agua. Deni me intimida porque me gusta, Deni me gusta porque es un mundo aparte y también porque a veces, cuando desnudos platicamos sobre el lomo de una tarde parda, él titubea ante mis ojos atentos a él, devotos a él, y con gracia me dice-
- A veces me intimidas.
martes, 28 de agosto de 2007
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Soy un árbol que desea viajar en tren

1 comentario:
me gusto.
a mi me tienen miedo
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