Tratando de seguir el camino trazado por la luz, avanza trastabillando. La memoria ha dedicado en un acto amabilísimo, otorgar más de un compartimento para almacenar SUS memorias. Pide ayuda sin querer que la ayuden, en realidad. Se sienta sobre una banca de madera oscura que junto a un árbol espera a ser ocupada. Resulta cómodo el lugar para explorar los recientes archivos.
Sobre el territorio susceptible de su cuerpo, se depositó un hombre acuático. Como un pez se metió entre sus piernas y con la piel lisita y plateada, le robó la mirada toda la noche hasta que despertó hecha coral.
Al atardecer del día siguiente, con un viento muy discreto él regresó. Tenía diamantes incrustados en las cuencas de los ojos y tras de sí parecía dejar un resplandor color durazno. Ella se olvidó de la reciente incorfomidad de haber sido coral y se desnudó, ansiosa. Lo táctil de ese recuerdo le da aún escalofríos en el vientre.
Un temblor la sacude como cascabel, le perla de agitación las palmas de las manos, la nuca, los lóbulos de las orejas.
-¿A qué sabes?
La pregunta no hace mella en espacio alguno de su mente aunque bucea en SUS memorias, suyas, de él. Está su rostro afilado, cómo pronunciaba la palabra esencia, su melancolía cansada y sus andares sin pausa, el contrabando de besos robados, el ritmo preciso con que la tomaba, el sinsentido del anochecer, su boca eternazulada...pero su sabor no asiste, no responde al llamado.Ella que pensaba saberlo de memoria.Sigue la luz, trastabillando. En el filo de la madrugada es que lo halla, cuchilla que la espera.
Ábreme, le dice, avanzando hacia la luz.
jueves, 7 de junio de 2007
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Soy un árbol que desea viajar en tren

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