Tiendo sobre mí tu sábana de sándalo y cuando cierro los ojos, se caen las columnas que me sostienen.
Amo esa manera tuya de revelarme nuevas constelaciones cuando sonríes.
Voy a desnudarme, voy a entregarte el sentido de la vista y la orientación.
Haces una pausa para bautizar mis dedos y te miro concentrado. Pelícanos levantan el vuelo en mi vientre.
Sonrío con el estilo que me sale sólo cuando tú eres testigo.
Sentados en una isla, hablamos con la marea.
Yo, que soy una aferrada de las sombras, descubro que la luz no ciega y quiero entonces engullir el sol.
Llévame en tu cartera, en las puntas de tus pestañas llévame, arrópame de besos maduros.
Hago una pausa y dejo de mirarte, me arrodillo junto a ti..
¿Es posible un amor en lata?
Quiero llorar, quiero acariciar tu cara, quiero salir corriendo, quiero anexar a mi sonrisa tu andar de niño.
En ti todo me emociona y así tan convencida me recuesto, recuesto conmigo al mundo, a la fauna colorida de los días serenos, al zumbido de la aurora que nos recibirá, a las caballos que me galopan ahora, justo ahora que me tienes, que te tengo.
Tu beso es un alacrán mecido en mi lengua, una orquídea de migajón, un amparo, la sombra de un árbol de mango, una infinita cicatrización.
sábado, 11 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Soy un árbol que desea viajar en tren

No hay comentarios.:
Publicar un comentario