jueves, 29 de noviembre de 2007

Jugando a dividir la tarde en gajos, esperando alguna sagrada aparición. Como si se tratara de alguna ocasión especial, de manteles largos y los ojos vestidos de gala, espero sentadita que entres, con la espalda derecha y el estómago adentro, como nos lo manda el maestro de danza, que entres entornando los postigos de la inconveniencia, cosiendo las orillas rotas, soltando bancos de peces, dibujando al mundo conforme caminas y me hablas y me desdoblas. Soy el costal mágico de aquel vagabundo, soy el jade pulido con eterna paciencia. Últimamente consulto las líneas de mis manos con más ganas de buenas noticias y en el proceso se me caen las costras

1 comentario:

Antonio Mundaca dijo...

la ùltima frase es poderosa, es vertical, sin miramientos, carece de exceso en la forma, me recordaste a Pavese.

Soy un árbol que desea viajar en tren