Árboles enormes y mucho negro, mucha oscuridad, mucha silencio afuera. Un frío agradable y agradecidos todos porque el coche funcionaba, andaba bien. No sé quién empezó, pero nunca falta. Además era día de muertos y uno se regocija siempre en hablar de espantos. Contaron historias de un charro negro que se le apareció a una tía en el baño anunciándole un tesoro que no se llegó a anunciar. Contaron de una niña que se quedó sola en casa y cuando los padres llegaron, hallaron trepada en la copa de un árbol alto, a lo que ella dijo que unos niños la habían subido. Yo conté de cuando mi abuelito paterno vio a unos hombrecitos con sombrero verde en el patio de su casa, en plena madrugada. Hablamos de brujas y naguales, por supuesto. Y afuera los árboles tétricos consintiéndonos con un vaivén en sus hojas que no llegaba a asustar. Me acordé de cuando unas tías contaron la historia de un árbol que hay en Cardel, donde según colgaron a un niño y no sé si fue mi imaginación o fue real, pero recuerdo costras de sangre desprendiéndose del tronco del árbol.
Seguimos contando historias, y medio retorciéndonos con la piel erizada. Luego el cel de Charo sonó y ella desconoció el número y dijo " si quén es, bueno....bueno.bueno..." pero nadie contestó. Ella nos hizo con la mano una señal de que nos calláramos y dijo " es que oigo por el celular lo que ustedes están platicando" . Y nos quedamos callados todos y nos miramos con cara de no manches...pero afortunadamente Charo dijo, es alguno de ustedes que me marcó y no, ninguno porque nadie tenía su teléfono en la mano. Pero Oscar revisó y resulta que sí, que con algun movimiento activó su cel que tenia en la bolsa del pantalón. Uf. Afuera los árboles se sonreían un poco.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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Soy un árbol que desea viajar en tren

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