martes, 8 de enero de 2008

Sentada en el ombligo sucio de esta caja dorada miro hacia el lado derecho: No hay presencia corpórea ¿Qué hacer ahora? Descongelo a mis ánimas benditas, lavo unas cuantas manzanas, me zambullo en el zenote que mi imaginación guardó para un caso así.
El frío inusual de estas calles que culebrean por la ciudad me lleva a cantar, a meter las manos fatigadas en los bolsillos más fatigados aún. Camino siguiendo al sol y mi boca se estira pretendiendo la sonrisa, pretendiendo que camina conmigo y que juntas exploramos y formamos una legión de gente que con sólo sonreir ilumina este puerto que tirita, este muelle que carece de lanchas con hambre de pesca.
Caricatura barata de la tibieza.
Sentadita y linda, recién bañada y con el cabello en orden aunque las vísceras hierven, aunque las ideas muerden, aunque...
El frío inusual de esta tarde que no debiera ser fresca siquiera me borda el cuerpo, me siembra ideas sobre los días siguientes y cualquier duda es lavada por una blanca espuma que cae de la punta de esta bala que continua me atraviesa.
Parada sobre este espiral que inicia miro hacia la esfera que en algún lado refulge.

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Soy un árbol que desea viajar en tren