viernes, 10 de octubre de 2008

Cítricas aficiones. Moviéndome en un espacio bruñido de brillos saco punta a mis lápices y hago pequeños apuntes. Más tarde enrollo los papeles donde mis anotaciones dormitan:Describo una metrópolis rodeada de campos de trigo, de espacios pequeños y lluvias justas. Respiro. Celadores en la entrada principal, pienso, que protejan a los habitantes de las posibles amenazas. Entre arácnido y jaguar, entre guepardo y sable, de grandes ojos acuosos que almacenen vastas cantidades de luz es que los imagino. Y pienso en mi ciudad incendiada, hecha un rompezabezas, carente de armonía y a los celadores en pie, con las fauces babeantes y la labor cumplida.
He traído conmigo una goma. Borro las anotaciones de los celadores. Escribo en cambio sobre un río manso que cercano corre. Átomos benignos de grafito. Cítricas aficiones. Escribo sobre mariposas chaquira depositándose en el piso lodoso de mi ciudad y la imposibilidad de redes que las atrapen. Hago una última anotación sobre el otoño emoliente que ya se avecina. Punto final.

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Soy un árbol que desea viajar en tren