sábado, 22 de noviembre de 2008

Cumple

Observando a Roni se me puede ir la noche. Consciente de esto, cambio de posición aunque no abandono mi silla. Junto a mí, Leonora se agita mientras no deja de platicar con la muchacha de junto. Sus voces se tejen con la de Morrison. ¿Morrison? pienso y volteo a la rockola donde Ernesto permanece parado, de espaldas a mí.
-Si lleva cinco chelas pone a jaguares, con unas once ya cambia a doors y cuando pone a la insulsa de la Downs ya perdió la cuenta, le digo a mi vecino que callado, también observa. Su suéter color vino me agrada, igual que el tono de moreno de sus manos. Cuando mis ojos suben de su suéter a su rostro, se encuentran con una sonrisa que siento apacible. Lo imito y confirmo que Roni sigue manteniendo su afición por las buenas combinaciones.
Ahora Roni cuenta sobre el último viaje que hizo, el de la semana pasada, cuando hacía un puto frío que calaría al más machín. Todos reímos, claro, porque cuando él narra hay una pausa obligatoria en lo que cada uno hace. Su forma de contar es mucho él: la manera de mover las manos, de arquear las cejas de forma diferente en cada oración, las inflexiones de la voz. Mi vecino toma de su cerveza mirándolo largamente. Tres sorbos.
Junto a la rockola Ernesto ha girado y queda de frente a nosotros, levanta la chela y brinda y sonríe, claro, porque festejamos a Roni en sus veintiocho años. Suena el vidrio de las botellas y un murmullo se intensifica. Un reggaecito empieza a sonar y los ánimos de por sí dulces, terminan naufragando en la melcocha.
Me levanto y voy hacia él. Su gran sonrisa es ya una tradición. Volteo de nuevo alrededor. Los grupitos de tres o cuatro se han multiplicado, somos un bandón.
Cada año somos más ¿no?
¿Pues qué te diré, mi estimadaza? Renovarse o morir y sus ojos se van de lleno a un suéter vino situado al rincón.
Levantamos botellas. Alguien toma una foto. Varias generaciones revueltas, qué chingonería.
Roni y yo nos abrazamos.
Felicidades, hermoso.
Felicidades a ti por ser hermosa y decirme hermoso.
Lindo tu nuevo amor, eh? Me gusta lo moreno de sus manos.
Hermosa, a mi sus manos me gustarían aunque fueran verde pistache. Reímos.Regreso a mi silla. Los cadillacs son quienes cantan ahora. Vane ha llegado con tres amigos, esto pinta para amanecer. Busco a Roni con la mirada a ver ahora qué hace. Hay una fila de gente felicitándolo. Me río a carcajadas y tomo de mi chela. Él levanta los ojos y su cerveza igual. Separados por unos metros, brindamos.

1 comentario:

Antonio Mundaca dijo...

blindamos neglita blindamos



Falto incluyeras las tlayudas

Soy un árbol que desea viajar en tren