jueves, 12 de marzo de 2009

Cuando llegue el hartazgo de dormir bien acompañada, quedarán siempre buenas lecturas, las calles de nombres raros que te prometes recorrer la tarde del próximo domingo, los discos que te hacen agudizar el tono de voz para cantar, la bendita cama que te arropa aunque no se lo pides. Cuando al final de algún día voltees a ver que detrás no hay nadie que tienda los brazos si decides caer estará tu bici recostada en el ojo de patio atenta y envinadita, cromada para irte a cruzar la ciudad a la hora de menos tránsito. Muchas películas pendientes, cosas por comprender, recuerdos que incluyan detalles exactos que has decidido postergar por esa pasión del día a día. Oportunas goteras mentales que tapaste con los dedos de tus manos, cigarritos delgados y oscuros que saben mejor entrada la noche.

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Soy un árbol que desea viajar en tren