martes, 12 de junio de 2007

...

Amanecí perpleja.
Quise matar el día a palos.
Te vi de perfil y se me olvidó la casa, la mala noche pasada, el resto del día, la resaca.

Te vi con todo y lunares entre muchos recuerdos vueltos manchones.
Se me olvidó que olvidar es bueno.
Me acordé a eso de las siete, cuando ya las sombras me habían merendado.
No estás intacto y sin embago, como tonada de percusión llenas estos vértices.
Remojada en la sorpresa, reniego.
Esputos echados de lado, con elegante desprecio.
Cómo me gusta acordarme de ti.

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Soy un árbol que desea viajar en tren