martes, 11 de noviembre de 2008

Pleamar

Te observo a lo lejos, desde mi ventana. Parado junto a un poste pintado de negro, pareces imitarlo. Recto, delgado, vestido del mismo color. Aspiro la fragancia que sube desde la taza que sostengo en mi mano, del diario café americamo matutinísimo, costumbre y herencia tuya.
Te contemplo.
De un pasado lejano llegas fresco, recién lavado. Con tu tez de día nublado, con tus ojos en apariencia inocentes, haces que mi corazón palpite en tiempo pretérito, barco en pleamar.
Tiempo fragmentado desde tu partida, el mundo vino a menos, bajó el volumen de mi voz, no recordaba cómo atar los cordones de mis zapatos. Blanco y negro permanentemente bajo las pestañas mojadas todo el tiempo. Miniatura a escala fuí.
Te observo a lo lejos, tú no sabes que vivo aquí, tú no sabes de mí más que lo que te inventaste.
Te observo a lo lejos, en mi muñeca el reloj ya pasó 15 minutos de la hora en que quedé contigo.
Sólo te observo a lo lejos y me quedo en casa, conmigo.

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Soy un árbol que desea viajar en tren