viernes, 20 de noviembre de 2009

Destellos

Te miro de lejos, sentada sobre la roca en que poso mis certezas actuales.
Eres, porque lo dicta todo aqúello que me constituye, el mejor regalo que la vida me tenía reservado.
Te miro dormir y quisiera supieras las cosas grandes que por dentro me cimbran, que me vuelven una pequeña cosa abandonada al paso de interminables ciclones si traigo a cuenta esta vida que de un año a la fecha he compartido contigo, en el sentido más profundo por mí conocido que es ahora un sentido como mandarina, de dulces gajos, de montones de vivencias si se puede llamar montones a un año, un simple año.
Un simple año medido en un tiempo destapado para esta ocasión. La mirada cambió de piel igual que las uñas, las fantasías y los desvelos. La piel cambió de piel y las palabras tienen un sonido largo y cierto.
Te miro de frente y después de sombras, senderos maltrechos, desesperanzas confirmo que vale la pena seguir mirando hacia los destellos por diminutos que parezcan.

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Soy un árbol que desea viajar en tren