martes, 8 de diciembre de 2009

Gastritis

Nunca es precisa la vida, dicen. Hace algún tiempo pensando en muchas cosas se tronaba los dedos imaginando mejores opciones. Las caídas son gratas si les ves el lado amable, te paras más recio, más despabilado y con ganas de poner las manos en forma de pistola disparando balas que sólo los inteligentes pueden ver. Las gafas que usa ahora son de ésas, de las que le ayudan a ver a la gente desnuda aunque anden con ropa encima de la ropa. Pero eso igual es impreciso porque aún la gente desnuda es igual de mentirosa. Ya no se puede confiar en los superpoderes, ni en las gafas mágicas, ni en anillos de piedras interplanetarias. Mucho menos en la gente. Es igual. De todas maneras tronarse los dedos ya es un hábito y si lo dejara lo extrañaría.
Las opciones de hecho han mejorado sin percatarse. Hoy cuando salió a fumar un cigarro al ojo de patio lo notó. Hace tiempo gruñe con más discreción y el estómago aunque más abultado, da menos lata.
Que si no es precisa la vida, qué gusto. Le interesan menos los dimes y diretes, lo que hagan sus compañeros de trabajo que se ponen cada año más nocivos, los chismes de la farándula y la política. Eso ya es un avance.

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Soy un árbol que desea viajar en tren